Por Silvia Estrems
Definir el precio de un producto o un servicio es algo
complejo y existen muchas teorías sobre ello, todas ellas basadas el equilibrio
de la oferta y la demanda. La aplicación de estas teorías resultan en
algoritmos más o menos complejos y estrategias de posicionamiento elaboradas.
Cómo consumidores, podemos observar, por ejemplo:
- Cómo los precios on-line de los vuelos pueden variar no únicamente en función de la demanda sino también del número de veces que nos hemos conectado para pedir información sobre el mismo vuelo.
- Cómo ciertas compañías aéreas low-cost han escogido, a propósito, ofrecer a bordo productos de marca que por lo tanto no tienen que publicitar, a un precio superior a lo habitual.
- Cómo las ofertas de las operadoras de teléfonos fijos y móviles suelen variar para captar nuevos clientes.
También podemos observar los precios practicados y sus
diferencias en los servicios a empresas.
Por ejemplo, si analizamos los precios
practicados por las consultoras en estrategia en el año 2012 (en Francia),
resaltamos una disparidad del precio medio que se sitúa entre los 1.380€/día y los 4.900€/día. ¿Qué podemos pensar?