Post original de Bruno Jourdan en Les Mondes de Pval.
P-Val trabaja, desde hace 8 años, para una gran empresa de
servicios que históricamente ha tenido una cultura muy fuerte.
Esta compañía francesa fue comprada hace 7 años por un rival
anglo-sajón. La fusión se hizo sin alegría pero sin crisis y los trabajadores
habían jugado a "buenos soldados". A través de los años los
resultados financieros permanecieron comparables a los del sector. Por lo tanto,
la conclusión de los líderes era que “esta fusión ha sido un éxito”.
Y luego, al final del año pasado, los empleados de esta
empresa se enteran de que acaban de ser comprados por un competidor de América
del Norte.
Antología de reacciones: "alivio",
"alegría", "liberación". Estos sentimientos positivos son
tan fuertes que son visibles para todos: los clientes, los socios y los proveedores.
Moraleja: los líderes suelen dejar de lado de lo que les dará éxito en sus adquisiciones. Su energía está dedicada en alinear las organizaciones, los
procesos y a compartir su cultura en modo "colonizadores".
El resultado evidente es satisfactorio. Pero imagínese lo
que podría haber sido el desempeño de la empresa durante 7 años, si sus
empleados hubieran estado felices, contentos y comprometidos en profundidad.
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