Por Silvia Estrems.
Comentario de un amigo, CEO de una empresa de seguros:
“cuando facturas a la hora debes tener muy claro tu valor añadido para definir
el precio/hora que te corresponda”.
Comentario de un amigo que busca trabajo: “cuando buscas
trabajo, debes tener muy clara tu oferta de valor”.
Hay especialistas en el ámbito de la persona individual que aportan
toda su experiencia y metodología para detectar los fundamentos y aspiraciones
reales de una persona con el objetivo de ayudarla a construir un verdadero proyecto profesional que
aporte valor.
A continuación, intentaremos enfocarnos en aprovechar las
herramientas que ponemos a disposición en este blog para entender, definir y
presentar la propuesta de valor individual.
1. Entender y definir nuestra propuesta de valor
El objetivo esencial, de mi punto de vista, es centrarnos en lo que reúne las 3 características definidas por Jim Collins (recordad el concepto del erizo): dónde somos líderes, qué nos apasiona y qué maximiza el rendimiento
económico.
¿Por qué?
- Por que aportaremos valor donde seamos lideres o, por lo menos, donde aportemos valor diferencial frente a la competencia – ¿Qué parte de mi experiencia es diferencial? ¿Qué forma de hacer es diferencial? (ver estrategias competitivas)
- Debemos concentrarnos en lo que nos apasione por que lo haremos más fácilmente y con mejor resultado – Saber de qué mundo somos puede ayudar a identificar en un momento dado cuáles son nuestras palancas (ver definición de los mundos)
- Por que aportaremos más valor si nos enfocamos a solucionar un dolor de una empresa, colectivo u otra organización
2. Presentar nuestra propuesta de valor
Una vez tenemos definida nuestra propuesta de valor, se
trata de presentarla de forma eficiente para conseguir nuestro objetivo. En
este punto, usar el método de la comunicación eficiente - la que provoca la acción - permite
construir un elevator pitch adecuado.
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