Mattathias Schwartz en su articulo en London Review of Books del 6/10/2011 analiza los elementos que han conducido al desastre de la plataforma de BP.
Podemos analizar los hechos resumidos con la ayuda de la teoría de los mundos.
Inicialmente, el mundo de BP después de su privatización era heredero de una situación de monopolio público: mundo doméstico (estructura matricial, 2 niveles de control, directores regionales, jefes de departamento en Londres) e industrial (procesos, ingenieros).
El mundo creado por John Browne, después de una amplia operación de lean management, era un mundo puro mercantil con una división de la empresa en unidades responsables cada una de su presupuesto y sus proyectos y con objetivos de eficiencia.
La grandeza pasaba a ser "sacar el máximo petróleo al menor coste".
Toni Hayward, Director General de BP en el momento de la catástrofe, había reforzado el mundo mercantil instaurado por su predecesor remplazando los mandos ingenieros por mandos traders más capaces de gestionar con objetivos de alta rentabilidad. En este mundo se premiaba la capacidad de superar el resultado de la mejor unidad. Por lo tanto, no sorprende que se hayan acumulado tantas negligencias e errores de interpretación cuando el mundo industrial sencillamente ya no existía en la empresa.
Esto no significa, por supuesto, que un mundo mercantil sea nefasto para las empresas. En este caso, en un negocio con alto riesgo y complejidad, le faltaba una vertiente industrial después de haber reducido tanto el personal técnico, de haber subcontratado las actividades o haber reducido las labores de los geólogos expertos dentro de la empresa.
El mundo creado tenía como único objetivo satisfacer los accionistas.
Toni Hayward, Director General de BP en el momento de la catástrofe, había reforzado el mundo mercantil instaurado por su predecesor remplazando los mandos ingenieros por mandos traders más capaces de gestionar con objetivos de alta rentabilidad. En este mundo se premiaba la capacidad de superar el resultado de la mejor unidad. Por lo tanto, no sorprende que se hayan acumulado tantas negligencias e errores de interpretación cuando el mundo industrial sencillamente ya no existía en la empresa.
Esto no significa, por supuesto, que un mundo mercantil sea nefasto para las empresas. En este caso, en un negocio con alto riesgo y complejidad, le faltaba una vertiente industrial después de haber reducido tanto el personal técnico, de haber subcontratado las actividades o haber reducido las labores de los geólogos expertos dentro de la empresa.
El mundo creado tenía como único objetivo satisfacer los accionistas.
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