viernes, 3 de febrero de 2012

La avaricia rompe el saco - riesgo en las negociaciones



Todos tenemos muchas ocasiones de negociar – ¿pero en cuantas de ellas salimos satisfechos? Las negociaciones requieren metodología, práctica y, por supuesto, preparación.

La metodología nos ayuda a definir la estrategia a seguir según la relación que tenemos con nuestro interlocutor, a gestionar la entrada en negociación, a determinar los roles de cada uno, etc.

La práctica nos permite controlar las interacciones según la estructura CIMA – comprender, influenciar, matchear (ponerse de acuerdo) y impulsar la primera acción – ver nuestra formación al respecto. 

La preparación permite tener muy claras las variables de la negociación y, sobretodo, los cursores de cada una de ellas. La eficiencia de la preparación radica en nuestra capacidad de identificar el nivel de cada cursor (el que percibimos de nuestra posición y el que puede percibir nuestro interlocutor): el peso de la variable, la capacidad de sanción, la influencia que podemos tener, la importancia del tiempo, y la capacidad de elección.


Este último cursor es básico – se llama el MAAN, es la Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado (En inglés BATNA: Best Alternative to a Negotiated Agreement). Antes de iniciar una negociación formal, es muy importante considerar las consecuencias potenciales de no llegar a acordar con la otra parte, es necesario establecer las posibles alternativas de solución al proceso negociador al que nos enfrentamos. Es decir, debemos determinar nuestro MAAN. El MAAN determina el valor mínimo aceptable para una persona en una negociación. Si las partes no pueden llegar a un acuerdo tendrán que conformarse con su MAAN. Así que cualquier acuerdo de igual o mayor valor que el MAAN, es mejor que un punto muerto en una negociación.

La anticipación de este punto es clave. No hace mucho me contaron un proceso de negociación en el que las dos partes parecía que realmente tenían muy claro lo que querían obtener. La negociación no fructificó porqué una de las partes, abducida por la expectativa económica del acuerdo que quería obtener, dejó completamente de lado preveer y anticipar su MAAN. Finalmente fue la otra parte quién descartó la opción porque excedía sus propios límites de aceptación y sin propuesta alternativa a considerar, la negociación acabó por no cuajar.

¿Seria una ilustración del proverbio  “la avaricia rompe el saco”?

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