La primera tarea – no tan evidente - reside en ser consciente de las diferentes posibilidades existentes: una buena fuente de inspiración son las “estrategias competitivas” descritas en el libro "La Venta Compleja".
De ahí vendrá nuestra capacidad de gestionar bien los recursos y la energía en función de nuestras posibilidades de éxito, así como la posibilidad de tratar a los clientes caso a caso en función de sus expectativas y de nuestro posicionamiento.
Para hacer un símil futbolístico, nos podemos preguntar:
- ¿Estamos en posición de ganar por goleada a los competidores imponiendo nuestro estilo de juego?
- O bien, más que ganar el partido, ¿debemos influir para orientar y hacer cambiar las reglas del juego? (así se creó un nuevo deporte, el rugby en 1823).
- Otra opción puede ser la adopción de una estrategia defensiva, a la espera de un fallo del rival y preparando el contraataque.
- Por último, siendo consciente de nuestras fuerzas y debilidades, podemos decidir centrarnos en parte de la batalla, por ejemplo mentalizarnos para ganar la Copa, dejando de lado la Liga.
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