miércoles, 6 de abril de 2011

¿Qué hacer con Capucine y Thomas ?

Post adaptado de Muriel – investigadora en biología, madre y esposa  en Les Mondes de Pval.


Soy directora de investigación de un laboratorio de biología molecular e inmunología de infecciones parasitarias y micóticas, un mundo muy alejado de los negocios. Cuando me recomendaron este blog, mi primera reacción fué ¿por qué?

Quien no arriesga no tiene nada (postura de investigador). Primero me pareció comprender, después entendí la idea y después la idea de cambiar de Mundo, en función de los interlocutores para alcanzar sus objetivos, me pareció la solución a muchos de mis problemas y no me pareció que sólo sirviera para los Directores Generales.

Por supuesto entiendo que para P-Val es más lucrativo trabajar para los dirigentes de empresa que para las amas de casa de menos de 50 años, pero de éstas hay muchas, ya sabéis qué quiero decir… Entonces, si se me permite aconsejar a los consultores de P-Val, deberían pensar en ampliar sus clientes objetivos. En mi caso, pensé que el contenido del blog me podía ser útil y decidí poner en práctica sus consejos rápidamente.


Primero con mis hijos, para que ellos me obedezcan, lo más natural del mundo me diréis…ejercer la autoridad. Esta es la solución más defendida por aquellos que no tienen niños pequeños o que no tienen que ejercer la autoridad sobre sus niños. Por que aquellos que la utilizan diariamente como yo (¡si!) conocemos bien sus límites: no funciona a pesar de los esfuerzos sobrehumanos que hacemos (sobre todo por las tardes, pero también por las mañanas).

Un ejemplo:

- ¡lávate las manos! 

En general, no lo hacen nunca la primera vez, lo repetimos una segunda, una tercera, y al final terminamos gritando y puede acabar en drama. Este es un ejemplo, pero podría citar miles que como es de esperar acaban en una batalla que no estamos seguras de ganar… Entonces, la autoridad es agotadora y con resultados totalmente aleatorios.

Y ahora aplico los consejos de P-Val:

Para que mi proyecto (hacer que los niños se laven las manos) sea seguido por el equipo (el niño), es necesario que el equipo se adhiera al proyecto, esto es, conseguir que el equipo tenga interés por el proyecto (traducir el proyecto dentro de su Mundo). El mundo de los niños, ¿cuál es? ¡Es el juego! Entonces se trata de presentar el proyecto “lavar las manos” como un juego, no como una orden. ¡Y funciona! Hice el test con Capucine, mi hija, quien voló hacia el cuarto de baño, cuando le propuse hacer un concurso para saber quién haría más espuma con el jabón. Desde entonces ya no nos lavamos más las manos, ¡vamos a hacer espuma con el jabón! Gracias P-Val.

Si pudiera funcionar con Thomas, tampoco iría mal. Thomas es mi marido. Quizás he firmado mi sentencia de muerte, y probablemente va a ser el final de mis notas, pero no importa. Voy a ser sincera, aún con el riesgo de tener una discusión esta noche…

Seamos honestos: con Thomas es diferente, no le voy a ordenar que se lave, lo hace él solo. Pero hay cosas que me gustaría que hiciera y que no hace JAMAS, y yo he de tomar la iniciativa para hacerlo. No me refiero a nada complicado, juzgad vosotros mismos…

Me gustaría que de tanto en tanto me invitara a un restaurante (sin los niños y sin que yo se lo pidiera claro), me gustaría que cuando le propongo pasar una noche en París en un hotel de 5 estrellas, que él no me pregunté por qué, con un aire de sorpresa “pero ¿por qué en un hotel en París?, ¡nosotros vivimos en Vincennes!

Ante la censura que me va a caer encima, necesitaría volver a la teoría de cambio de mundos. Entonces Sres. de P-Val, ¿cómo hacer que Thomas quiera venir a mi mundo, y tome él la iniciativa de los proyectos? Él tiene que volver a mi mundo, ¿no es así? Ya comprendo que no está ganado. Estoy de acuerdo al 100% con la gran jefa de Société Générale, que hizo el mismo análisis que yo (pero a la inversa), lo más complicado para nosotros, que vivimos en el mundo de las mujeres, es ser comprendidas por los hombres. Y a la inversa de la Sra. Société Générale, pienso que si los hombres no hacen lo que nosotros queremos, no es porque no quieran, sino porque no entienden que es lo que queremos. Entonces, voy a explicarle claramente a Thomas: a mi, la esposa, me haría muy feliz que de tanto en tanto tengas la iniciativa de proponer salir. ¿Está lo bastante claro? Esperemos ahora los resultados…

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