lunes, 11 de julio de 2011

El mundo del esfuerzo


Post original de Laurent Dugas en Les Mondes de Pval.

La noción de esfuerzo es una idea de absoluta actualidad. Cada día debemos esforzarnos para desarrollar y mantener nuestras empresas, sean de actividad económica o no. Sin embargo, es una noción casi tabú: los colaboradores quieren que les ayuden, que les acompañen, que les formen para cualquier novedad, los directivos han de recibir coaching, han de sentirse seguros, los directores generales quieren pactar las condiciones de salida, las pensiones se han de conservar incluso cuando no hay fuente de financiación, la escuela ha de hacer que tengan éxito cuantos más, mejor, como por arte de magia...

Resumiendo, el esfuerzo no es postmoderno. Es verdad que al esfuerzo le asociamos mucho más a menudo el sufrimiento que el placer.

Para dar a esta noción de esfuerzo una posición más equilibrada entre sufrimiento y hedonismo, podemos preguntarnos qué sería un Mundo del esfuerzo: un Mundo cuya grandeza sería esforzarse, cuyas interacciones estarían alrededor de este principio y cuyo reconocimiento lo aportarían aquéllos que más esfuerzos han hecho y que nos darían los “medios” de lograr los nuestros.

He aquí un texto que ilustra muy bien esta noción del esfuerzo como paso obligatorio para hacerse "grande" en el sentido de los Mundos:


Un día apareció un agujerito en un capullo de mariposa; un hombre que, por casualidad, pasaba por allí se detuvo horas y horas a observar a la mariposa que se esforzaba para salir por el pequeño agujero. Tras un largo rato, era como si la mariposa hubiese abandonado, el agujero seguía igual de pequeño. Se diría que la mariposa había hecho todo lo que podía y que no podía hacer nada más. 

Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: sacó una navajita y abrió el capullo. La mariposa salió enseguida. Pero su cuerpo era delgado y torpe; sus alas estaban poco desarrolladas y apenas se movían. El hombre continuó observando, pensando que, de un momento a otro, las alas de la mariposa se abrirían y serían capaces de aguantar el cuerpo para echar a volar.

¡Nada de eso!La mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose por el suelo con su cuerpo delgado y sus alas encogidas. Nunca pudo volar.

Lo que el hombre, con su gesto amable y su intención de ayudar, no entendía es que el paso por el agujero estrecho del capullo era el esfuerzo necesario para que la mariposa pudiera transmitir el líquido de su cuerpo a las alas para poder volar. Era el molde por el que la vida le hacía pasar para crecer y desarrollarse.

A veces, el esfuerzo es exactamente lo que necesitamos en nuestra vida. Si se nos permitiera vivir sin encontrar obstáculos, estaríamos limitados. No podríamos ser tan fuertes como somos. Nunca podríamos volar. 


Este texto utilizado a menudo, especialmente por el Abad Pierre, parece que proviene de un autor desconocido: ¡un esfuerzo "gratuito" pero muy útil!

No hay comentarios:

Publicar un comentario